Aleación



Ranas en el cielo croan en concierto
Noche con luz!
Sol de medianoche!
Graba con surcos mi alma, y
su recuerdo quede
como en piedra labrada ,
Alea con ella mi espada
para cuando dejen su canto,
Su destello sea concierto en silencio

                         .•.
“Toma pues ese Mercurio que te he descrito.
Mézclalo con el Sol que es muy amigo y verás ciertamente lo que deseas.
Ya verás Nuestra Luna Llena y así completarás este Azufre,
cuya cocción repetida te dará Nuestra Piedra y la tintura.”
Ireneo Filaleteo

Reencarnaciones


Vengo desde el ayer, desde el pasado oscuro,


con las manos atadas por el tiempo,



con la boca sellada desde épocas remotas.



Vengo cargada de dolores antiguos



recogidos por siglos,



arrastrando cadenas largas e indestructibles.



Vengo de lo profundo del pozo del olvido,



con el silencio a cuestas,



con el miedo ancestral que ha corroído mi alma



desde el principio de los tiempos.



Vengo de ser esclava por milenios.



Sometida al deseo de mi raptor en Persia,



esclavizada en Grecia bajo el poder romano,



convertida en vestal en las tierras de Egipto,



ofrecida a los dioses de ritos milenarios,



vendida en el desierto



o canjeada como una mercancía.



Vengo de ser apedreada por adúltera



en las calles de Jerusalén,



por una turba de hipócritas,



pecadores de todas las especies



que clamaban al cielo mi castigo.



He sido mutilada en muchos pueblos



para privar mi cuerpo de placeres



y convertida en animal de carga,



trabajadora y paridora de la especie.



Me han violado sin límite



en todos los rincones del planeta,



sin que cuente mi edad madura o tierna



o importe mi color o mi estatura.



Debí servir ayer a los señores,



prestarme a sus deseos,



entregarme, donarme, destruirme



olvidarme de ser una entre miles.



He sido barragana de un señor de Castilla,



esposa de un marqués



y concubina de un comerciante griego,



prostituta en Bombay y en Filipinas



y siempre ha sido igual mi tratamiento.



De unos y de otros,  siempre esclava.



de unos y de otros,  dependiente.



Menor de edad en todos los asuntos.



Invisible en la historia más lejana,



olvidada en la historia más reciente.



Yo no tuve la luz del alfabeto



durante largos siglos.



Aboné con mis lágrimas la tierra



que debí cultivar desde mi infancia.



He recorrido el mundo en millares de vidas



que me han sido entregadas una a una



y he conocido a todos los hombres del planeta:



los grandes y pequeños, los bravos y cobardes,



los viles, los honestos, los buenos, los terribles.



Mas casi todos llevan la marca de los tiempos.



Unos manejan vidas como amos y señores,



asfixian, aprisionan, succionan y aniquilan;



otros manejan almas, comercian con ideas,



asustan o seducen, manipulan y oprimen.



Unos cuentan las horas con el filo del hambre



atravesado en medio de la angustia.



Otros viajan desnudos por su propio desierto



y duermen con la muerte en la mitad del día.



Yo los conozco a todos.



Estuve cerca de unos y de otros,



sirviendo cada día, recogiendo migajas,



bajando la cerviz a cada paso, cumpliendo con mi karma.



He recorrido todos los caminos.



He arañado paredes y ensayado cilicios,



tratando de cumplir con el mandato



de ser como ellos quieren,



mas no lo he conseguido.



Jamás se permitió que yo escogiera



el rumbo de mi vida



y he caminado siempre en una disyuntiva:



ser santa o prostituta.



He conocido el odio de los inquisidores,



que a nombre de la “santa madre Iglesia”



condenaron mi cuerpo a su sevicia



o a las infames llamas de la hoguera.



Me han llamado de múltiples maneras:



bruja, loca, adivina, pervertida,



aliada de Satán,



esclava de la carne,



seductora, ninfómana,



culpable de los males de la tierra.



Pero seguí viviendo,



arando, cosechando, cosiendo



construyendo, cocinando, tejiendo



curando, protegiendo, pariendo,



criando, amamantando, cuidando



y sobre todo amando.



He poblado la tierra de amos y de esclavos,



de ricos y mendigos, de genios y de idiotas,



pero todos tuvieron el calor de mi vientre,



mi sangre y su alimento



y se llevaron un poco de mi vida.



Logré sobrevivir a la conquista



brutal y despiadada de Castilla



en las tierras de América,



pero perdí mis dioses y mi tierra



y mi vientre parió gente mestiza



después que el castellano me tomó por la fuerza.



Y en este continente mancillado



proseguí mi existencia,



cargada de dolores cotidianos.



Negra y esclava  en medio de la hacienda,



me vi obligada a recibir al amo



cuantas veces quisiera,



sin poder expresar ninguna queja.



Después fui costurera,



campesina, sirvienta, labradora,



madre de muchos hijos miserables,



vendedora ambulante, curandera,



cuidadora de niños o de ancianos,



artesana de manos prodigiosas,



tejedora, bordadora, obrera,



maestra, secretaria o enfermera.



Siempre sirviendo a todos,



convertida en abeja o sementera,



cumpliendo las tareas más ingratas,



moldeada como cántaro por las manos ajenas.



Y un día me dolí de mis angustias,



un día me cansé de mis trajines,



abandoné el desierto y el océano,



bajé de la montaña,



atravesé las selvas y confines



y convertí mi voz dulce y tranquila



en bocina del viento



en grito universal y enloquecido.



Y convoqué a la viuda, a la casada,



a la mujer del pueblo,  a la soltera,



a la madre angustiada,



a la fea, a la recién parida,



a la violada, a la triste, a la callada,



a la hermosa, a la pobre, a la afligida,



a la ignorante, a la fiel, a la engañada,



a la prostituida.



Vinieron miles de mujeres juntas



a escuchar mis arengas.



Se habló de los dolores milenarios,



de las largas cadenas



que los siglos nos cargaron a cuestas.



Y formamos con todas nuestras quejas



un caudaloso río que empezó a recorrer el universo



ahogando la injusticia y el olvido.



El mundo se quedó paralizado



¡Los hombres sin mujeres no caminan!



Se pararon las máquinas, los tornos,



los grandes edificios y las fábricas,



ministerios y hoteles, talleres y oficinas,



hospitales y tiendas, hogares y cocinas.



Las mujeres, por fin, lo descubrimos



¡Somos tan poderosas como ellos



y somos muchas más sobre la tierra!



¡Más que el silencio y más que el sufrimiento!



¡Más que la infamia y más que la miseria!



Que este canto resuene



en las lejanas tierras de Indochina,



en las arenas cálidas del África,



en Alaska o América Latina.



Que hombre y mujer se adueñen



de la noche y el día,



que se junten los sueños y los goces



y se aniquile el tiempo del hambre y la sequía.



Que se rompan los dogmas y el amor brote nuevo.



Hombre y mujer,  sembrando la semilla,



mujer y hombre tomados de la mano,



dos seres únicos, distintos, pero iguales.


Jenny Londoño

escritora,poetisa,historiadora y socióloga 





Beatus Petronius

Acontecía que,
 mientras el invierno se desvanecía y sus días se agotaban, 
 el cielo gris seguía adornando la mañana.

Y sin embargo, en su corazón,
la alegría de la luz borraba el invierno,
 desdibujaba el gris,
y fuera,

el viento acariciaba el olivo,
 y los gorriones dibujaban lineas que alumbraban el gris del entelado, 
dejando el día sin estación .






bajo el influjo de la perra blanco

El negro diluyéndose,
como las nubes empujadas por el viento.
Y en el cántaro,en su oscura envoltura , el agua fresca.
Qué mejor, que saciar la sed,
Con ganas,
Mirando el cántaro con deseo.

Por qué,
luz del alba ,
eres más difícil que la noche oscura 


Imagen: La Perra Blanco ,en el Caracol