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Post de Oliveiro de Hadoque en Blog Fortuna Mutatur



ALREDEDOR DE M.ZAMBRANO (2)

Con el trabajo en el taller vamos descubriendo que hay en el mundo otras realidades no racionales, tales que en ocasiones cubren de gris nuestras humanas aspiraciones, pues no entendemos cómo bregar con ellas. Por otra parte las realidades concretas, las que mueven todo nuestro instrumental de racionalidad, en realidad nos dirigen hacia un fin que no hemos proyectado y del que casi siempre ni somos conscientes. El mal es que el racionalismo formado a partir de la Ilustración ha perfilado una idea del hombre que no nos permite contemplar la imagen del funcionamiento real de la vida. Y como esa idealización no es suficiente para anular la realidad diaria se ha terminado formando en el hombre una mala conciencia: la de la adolescencia (espiritual) permanente.

Así vemos que el idealismo racional impera en la burguesía intelectual, y lo hace de forma dogmática, sin ese ir a la ventura del auténtico filósofo que se entrega muy conscientemente al riesgo de la aventura del pensamiento. De modo que el racionalismo se convierte en una barrera que impide al hombre vivir la experiencia de forma íntegra, pues no reconoce la realidad, pero por otra parte le ofrece una máscara tras la que ocultarse y salvar la apariencia. Se constituye pues en una doble trampa.

De este fatal idealismo racional queda como residuo el culto al espíritu, que esconde engaños refinadísimos, pues se trata de una espiritualidad vacía ya que el modelo ha sido dado por la razón, y por ello le falta algo que la inteligencia sola no puede dar: una intuición del hombre, un proyecto de humanidad que no sea proyecto pensado, obtenido por idealización de lo que ya ha devenido residual.

Tal intuición la inteligencia sola no lo puede ofrecer, y de ello han carecido los proyectos de humanidad derivados de la Ilustración, lo que los ha hecho infecundos y a veces perjudiciales, y ello por ser proyectos construídos sólo por la razón. Las sociedades se piensan o se sueñan, pero no se intuyen; el hombre se piensa o se imagina, y, a lo sumo, se presiente.

Hay que esperar a que estos presentimientos sean algo más, a que el hombre vaya siendo otro, a que vaya apareciendo su realidad, para que sobre ella se forje la intuición del nuevo proyecto de ser hombre, la imagen del hombre nuevo superando el idealismo limitado por el racionalismo e imponiendo su realidad a todos los caprichos de la inteligencia, barriendo esas limitaciones y esas imágenes captadas con los residuos del pasado.
Fuente: http://fortunamutatur.blogspot.com/