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La interrumpida balada del Narayama


Vacío, 
en desolada representación.
Dónde dejé tu mano?
cuándo la solté?
Acaso nunca la apreté con fuerza.
como en el pico del Cartujo, 
cuesta el camino de la añorada libertad.

Y no eres tu, soy yo,
quien se detiene en los peñascos del camino
¿Tan diferente este alma,
que tanto me asusta,
que tu mano no me alcance en el ascenso?

¿Es ese temor, el que me anticipa en el ocaso de la esperanza?
 soltando tu mano y sumiéndome en el vacío de la desesperanza,
en la realidad de la triste balada del Narayama.

Que no sea realidad, que sea sueño
El sueño de la dos columnas y ese, que no es sueño,
 me haga despertar,
 caminando de tu mano,
 en el ascenso,
 hasta tu encuentro.




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