Saber que toda mi visión es romántica,
pero no teñida de desesperanza,
contemplar la fe de los demás y asistir a mi propia incapacidad.
Sonreír tranquilo.
Que las cosas lleguen cuando ya no hay nada que aportar,
cuando la vela ha sido destruída por la tormenta y aún así,
tener que llevar el velero a puerto.
¿Pero qué puerto es ese que no conozco?
Navegando en el silencio de la nada.
Tic tac y más tic tac y yo, sonriendo , tranquilo.
Bendita sea la fe de hombres y mujeres
y benditos los faros de sus obras, y yo,
mirando.