...No puedes probar lo inefable, ¡oh hijo mío,
ni puedes probar el mundo en que te mueves;
no puedes probar que eres cuerpo sólo,
ni puedes probar que eres sólo espíritu,
ni que eres ambos en uno;
no puedes probar que eres inmortal,
ni tampoco que eres mortal; sí, hijo mío,
no puedes probar que yo, que contigo hablo,
no eres tú que hablas contigo mismo,
porque nada digno de probarse puede ser probado
ni des-probado, por lo cual sé prudente,
agárrate siempre a la parte más soleada de la duda
y trepa a la Fe allende las formas de la Fe!...
El sabio antiguo
Alfred Tennyson