Acontecía que,
mientras el invierno se desvanecía y sus días se agotaban,
el cielo gris seguía adornando la mañana.
Y sin embargo, en su corazón,
la alegría de la luz borraba el invierno,
desdibujaba el gris,
y fuera,
el viento acariciaba el olivo,
y los gorriones dibujaban lineas que alumbraban el gris del entelado,
dejando el día sin estación .
...porque así es la alegría, arrasadora, plena. Bien lo saben los gorriones que, en bandadas, habitan los espacios cotidianos, y también los otros. Un día puede ser así, libre, como absuelto de ser definido, un día sin marco, un "día sin estación"...
ResponderEliminarFeliz, por tu retorno.
Y yo con tus comentarios
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